El Monasterio de Piedra y El Retiro de Isabel

Quienes me seguís en Instagram sabréis que el fin de semana pasado hicimos una escapada exprés (estuvimos fuera de casa 28 horas).

¿El destino? El Monasterio de Piedra. Uno de los mayores orgullos de la provincia de Zaragoza.

monasterio de piedra cascadas

Una visita preciosa de 2-3 horas (según tu ritmo) entre árboles, grutas, cascadas y bancos de madera para sentarse a disfrutar.

En algunas épocas del año, las exhibiciones de cetrería ponen la guinda y me han dicho que en otoño está más bonito aún… ¡Y es perfecto con niños!

Aunque hay un par de restaurantes allí, comimos en uno que está justo antes de llegar (ni un minuto en coche), Las Truchas; en la terraza se estaba de muerte y os recomiendo muy mucho su ternasco de Aragón al horno y su tarta de chocolate y nueces

Para los amantes de los balnearios, hay un montón a poca distancia en coche, cada uno con un carácter diferente y sus propios puntos fuertes. Que lo sepáis 😉

Pero para dormir, esta vez decidimos probar algo distinto y encontramos por casualidad El Retiro de Isabel ¡Menudo descubrimiento!

Está en Embid de la Ribera, a unos 45km del Monasterio de Piedra, en una zona desde donde se pueden visitar algunas bodegas y que, por lo visto, tiene alrededor bonitas rutas para ciclistas

Es como ir a tu casita del pueblo, pero encontrando pan y magdalenas listas al llegar.

Y unos tíos lejanos que no sabías que tenías, Isabel y Antonio, que te acogen con un cariño fuera de lo común. Son absolutamente adorables…

Llena de detalles hechos a mano por Isabel, la casa cuenta con un taller donde ella misma te enseña a modelar la arcilla con unos sencillos ejercicios.

Trabajar directamente con las manos, el tacto frío del barro, la libertad total para hacer lo que quieras con él… ¡bye bye estrés!

La actividad es apta para niños, de hecho en principio está más bien dirigida a ellos, que congenian con Isabel en cinco minutos. Le gustan los peques y eso se nota =)

Ahora os dejo con algunas instantáneas del lugar… ya os digo que no es un sitio de lujos (aunque todo está fenomenal), sino más bien de sensaciones, de paz, de reconectar contigo y con tu gente… un lugar muy especial.

Cotilleando por el taller de Isabel, me di cuenta de que hacía trencadís (¿sabéis lo que es? ese mosaico con trozos de baldosas rotas, teselas y pequeñas piezas de cerámica).

La casa está llena, por dentro y por fuera, de pequeños murales sin acabar y me pareció que hacer talleres para aprender la técnica y que luego los propios huéspedes pudieran poner su granito de arena en la fachada sería bonito, ¿verdad?

Quizá la próxima vez Isabel pueda enseñarme… =)

O quizá a ti, quién sabe… si vas, dale recuerdos 😉

¡Beso!

Pat.

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